Hoy he recibido un paquete que viene de la isla de Palawan en Filipinas. Para mi sorpresa, encontré dentro de él ""el libro que nunca leí" y que lo tuve en mi estantería durante varios años. Más bien, empecé a leerlo pero nunca acabe de terminarlo, siempre tenía mi billete de tren en la página 132, más o menos la mitad, y tuve la tentativa de seguir leyéndolo pero otros libros se adelantaban.
Que ilusión me ha hecho verlo de vuelta, los libros cuando se toman prestados deben de devolverse aunque mucha gente haga de él un extravío sin precedentes como le pasó al "libro que nunca leí". Un día apareció mi amigo Juan y tras husmear por mi cuarto dio con este libro, me pregunto que tal era y le dije que nunca había terminado de leerlo, leyó el prologo y sin casi preguntar dijo "me lo llevo".
Mentiría que dijera que he notado su ausencia ya que su hueco de la estantería fue reemplazado por "El guardián entre el centeno", pero siempre me quedaba saber por él. Un día, Gonzalo pasó por casa de Juan y vio el libro en el revistero de su casa y lo tomo prestado. Gonzalo era profesor de parvulitos, y aprovechaba el tiempo de recreo para hojear el libro hasta que un día se le olvido encima de la pila de agua donde beben todos los pequeños y allí lo encontró una limpiadora que, sin saber que hacer con él, lo dejo en la biblioteca del colegio.
Allí estuvo durante mucho tiempo catalogado,lo tomo prestado un chico de secundaria que se llamaba Miguel Debreces Stompari que nunca volvió a devolverlo justificando su perdida: "tal vez Monty -su perro- se lo haya comido". Hasta ahí llegaron mis pesquisas, nunca volví a saber de él hasta hoy.
Después de todo, ha vuelto, aunque no le encuentro sitio en mi estantería,será mejor que lo deje sobre la mesilla para terminar de leerlo siempre que no acabe por usarlo como posavasos...
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