Un día se fue a un pueblo africano a rodar un spot para solidarizarse con la causa, luchar contra el hambre, había que rodar algo creíble, en cierto modo real,luego la postproducción se ocuparía de dar los toques dramáticos necesarios para su sensibilización.Era fácil,el plano tenía que ser el de la mirada de un pequeño, antes de rodar había que despojarle de su camiseta para mostrar toda la vulnerabilidad, de este modo, un simple acercamiento hacía un plano detalle del rostro del pequeño haría un 60% del juego emocional.
En el mundo de la producción audiovisual pueden tener en cuenta más o menos todos los imprevistos, a veces, por ignorancia o porque no tenemos explicación, surgen los imponderables, aquellos hechos que están fuera de toda expectativa, hipótesis, pongo el ejemplo más ilustrativo, que nieve en Gandia en pleno agosto.
En el rodaje del spot surgió lo que muchos podrían pensar que es un imponderable, la sonrisa de un niño en un mundo donde las necesidades básicas no están cubiertas. Desde la perspectiva del consumismo tan exacerbado de nuestra civilización en el que estamos inmersos y en el cual nunca es suficiente es difícil pensar en la sonrisa sin haber cubierto tales necesidades.
Simplemente es un imprevisto, la inocencia del pequeño ante una situación así ante la cámara, una sonrisa que contagia, que nos hace más humanos y sobre todo nos enseña.
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