No hay muchas peores cosas que perder aquello que realmente necesitas en el momento preciso. Está claro que todo debe estar en orden, y que primero hay que ordenar la cabeza pero fastidia mucho que no veamos las cosas en su sitio cuando sabes perfectamente que deberían de estar ahí, intactos como en una vitrina, fuera del alcance de todo contacto o vibración que sospeche moverlo un milímetro de su posición original.
¿Y cuando pasan estas cosas a que te remites?: a la memoria prodigiosa, indagas todos los pasos hechos en el desplazamiento de dicho objeto, como lo lleve allí, lo utilicé para esto, entonces se lo dejé a este pero me lo devolvió porque tengo la llave etc...en esas indagaciones, cuando todas las probabilidades lógicas parecen que se agotan, tienes que recurrir a la más pura imaginación, como ponerse en la cabeza de un niño, la que te lleva a lugares insospechados como el radiador del coche, el interior de un altavoz donde pueden estar las teclas de tu portátil -esto último me pasó, tras un exhaustivo interrogatorio a mi sobrino, el cual me decía que había colocado las teclas en el bolsillo de la camisa planchada que estaba sobre la cama y, ante la falsedad del testimonio, apliqué pensamiento lateral , unas dosis de respiración yóguica y un par de padrenuestros y de ave marías , que me llevara al altavoz y a moverlo como las maracas de machín; efectivamente!, Dios me ilumino y lo encontré-.
¿Y cuando pasan estas cosas a que te remites?: a la memoria prodigiosa, indagas todos los pasos hechos en el desplazamiento de dicho objeto, como lo lleve allí, lo utilicé para esto, entonces se lo dejé a este pero me lo devolvió porque tengo la llave etc...en esas indagaciones, cuando todas las probabilidades lógicas parecen que se agotan, tienes que recurrir a la más pura imaginación, como ponerse en la cabeza de un niño, la que te lleva a lugares insospechados como el radiador del coche, el interior de un altavoz donde pueden estar las teclas de tu portátil -esto último me pasó, tras un exhaustivo interrogatorio a mi sobrino, el cual me decía que había colocado las teclas en el bolsillo de la camisa planchada que estaba sobre la cama y, ante la falsedad del testimonio, apliqué pensamiento lateral , unas dosis de respiración yóguica y un par de padrenuestros y de ave marías , que me llevara al altavoz y a moverlo como las maracas de machín; efectivamente!, Dios me ilumino y lo encontré-.
Aparte de la lógica y la ilógica solo queda aplicar un remedio de mi abuela, rezar a San Antonio, puede inspirarte y guiarte hacía el objeto perdido. En mi caso, ahora, estoy buscando una cosa y no la encuentro y he aplicado todo esto como hasta entonces lo había hecho para encontrar las cosas. No sé si ponerme a coger un mapa o plano de la casa y un péndulo, de momento me estoy dando un respiro tomándome un canelo con leche que bien merece la pena antes de que desaparezcan.
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