jueves, 27 de mayo de 2010

SE VENDE UNA PLAYA

En la esquina inferior izquierda de la última página de un periódico de tirada nacional,allí donde solo alcanza la intuición,  salió no hace mucho tiempo un anuncio en el que se vendía una playa:" maravillosas vistas a un lugar irrepetible para sus ojos" y un teléfono de contacto.Llamé al dueño de la playa,me dijo de antemano que prefería no vendérselo a alguien que lo pensase como negocio, le pregunté lo que pedía y me reitero que era mejor que fuese a verla y después negociaríamos sobre el precio. La isla donde estaba la playa estaba a unos 13.000 km , veía absurdo tal anuncio si realmente quería venderlo, nadie intentaría comprarla sabiendo que tenía primero que ir a verla tan lejos, así que al final el dueño me dijo que sufragaría los gastos de mi viaje y alojamiento en la  isla

Por momentos creía que todo era una broma, así que me  prometió que por la mañana tendría mis billetes para partir al día siguiente y el alojamiento en una pequeña casa de hospedaje llamada Surti a apenas 2 kilómetros de la playa.Sin saber casi nada de la playa, empecé mi aventura hacía la isla, cuando embarque en el avión, la azafata dejo en mi asiento una carta del dueño de la playa, Sir John Derrel, decía: "Muy buenos días , Le deseo que tenga un apacible y maravilloso viaje, muchas gracias por su interés, no se arrepentirá se lo aseguro!". Me entro un cierto escalofrío, sabiendo que nunca dejo nada sin atar antes de embarcarme en una aventura,el mensaje era tan creíble como que, una vez allí, fuese víctima de una tribu caníbal hambrienta de desesperación o tal vez , mucho más probable, una secta remota en busca de nuevos adeptos.

El caso es que trate de informarme sobre la isla y de sus habitantes, y todo era bastante repetitivo, mucha historia colonizadora y muchas tribus nativas desaparecidas;mire el mapa del lugar e imagine lo que podía ser    mi playa,en definitiva podía estar en cualquier punto de la isla ya que esta era redonda y el hotel se encontraba en el mismo centro de ella. Durante todo el viaje eche mano de un libro que contaba las historia de un niño que se cayó de un tren  cuando viajaba con sus padres y al final del  mismo, tras 16 años sin verlos,  se reencontraba con  ellos justo cuando  embarcaban en un avión con destino a su tierra natal. Una historia tan real como la mía.

El viaje duró casi un día ,3 aviones y un pequeño transbordador.Una vez que llegue a la isla,en el hotel, tras descansar durante tres horas Sir John estaba esperándome en la recepción.Estrechamos nuestras manos y nos dirigimos directos a la playa, mitad en ranger mitad caminando entre la selva sin apenas intercambiar palabras. Cuando ya se  vislumbraba la costa,tuve que descender sobre un lecho rocoso y  así llegaba a una pequeña playa de arena blanca muy fina que estaba resguardada entre paredes rocosas, a los pies de un mar cristalino sobre el que reposaban los últimos rayos de luz.

Con un sol sonriente ya ocultándose en el horizonte,  me dijo que el único pero era que cuando subía la marea apenas quedaba arena para echarse pero que había había un saliente de roca donde podía estar con cierta comodidad. Me había imaginado un  lugar parecido hasta que de repente delante de mi aparecieron tres delfines, John se acerco a ellos y  los toco animándome a que hiciese lo mismo, me dijo que   todos los días a la misma hora venían a saludarle y a veces les daba de comer algo de pescado...mientras me explicaba como el pájaro de mil colores,que posaba en las ramas de aquel árbol tropical, emitía la sinfonía del viento,  pensaba en que todo parecía tan extraño y maravilloso que dudaba que pudiese pagar por aquel sitio así que le pregunte cuanto quería por la playa.

El me pregunto cuanto estaba dispuesto a dar, a lo que le respondí que tenía que consultar diversas fuentes para contrastar y dar un valor real de la superficie.Negó con la cabeza y me dijo que era mucho más fácil que eso,que no tenía que consultar más que que la fuente real de mi experiencia.Me dio un día para pensar cuanto tenía que dar por la playa.Con impaciencia llamé a ciertos colegas y amigos pero no dieron crédito a lo que estaba preguntando así que desistí y preferí hablar de otras cosas mundanas.

Puse mi despertador para ver el amanecer en la playa y allí estuve contemplándolo cegado con una tranquilidad mayestática a punto de ser coronado rey del horizonte .No esperaba a nada ni a nadie, sentía un bienestar solo semejante al cariño de mis familiares y amigos, lejos del ruido ensordecedor de las sirenas, alarmas y teclas del ordenador.Disfrute como si fuese el último día en ese lugar imposible de comprar. Llego el crepúsculo, el hambre y, John,el cual me saludo y  pregunto- ¿y entonces?" -pues no se John,podría vender mi piso, mi coche, todas mis pertenencias pero no creo que tenga para pagar esto.John con gesto comprensivo me invito a imaginar como podría pagar en el caso de que no tuviese  nada lo cual me resultaba imposible.

Al verme totalmente desconcertado me dijo-entiendo que no sepas cual es el verdadero valor de esta playa, he recorrido mucho mundo y se que el excesivo ruido de donde provenís no os permite dar  rienda suelta a vuestra imaginación, aquí tengo todo lo que quiero y, ahora que  padezco una enfermedad, quiero compartir un tesoro que espero que algún día lo compartais  también".
-Entonces,¿estáis diciendo que me lo regálais?, ¿y el precio que dijímos?
-¿El precio?...la soledad.

*"Tarde o temprano no quedará ningún espacio vacío hacía el que quienes huyamos de los lugares ya poblados, por encontrarlos demasiado abarrotados, podamos aventurarnos".(Inmanuel Kant)

(La acuarela esta extraida de el Blog "Cuaderno de Viaje" de JGM 

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