viernes, 21 de mayo de 2010

CUANDO LAS COSAS IBAN DESPACIO

Del play de mi radiocassete Philips, tras una breve pausa publitaria se escucha Brothers in Arms de los Dire Straits :


Año 1982, Naranjito y la Camerun de N´Kono han pasado a la posterioridad, no hay más lucha que la Guerra Fria, y es verano. Voy de camino, una vez más,desde Santander a Segovia, 2 mundos conectados por el umbral del asfalto ardiente. Un Renault 12 St color rojo burdeos, unas carreteras tortuosas, pindias y estrechas hasta alcanzar el paramo castellano donde la llanura amarillenta ondea los radiantes girasoles.

Veo un brazo y cigarrillo ducados que asoman del lado del conductor y puedo notar como el aire presiona sobre mis parpados; en un estado de sopor, el olor a tortilla de patata del Bar La Austriaca hace sudar mi estomago. Por fin estoy cerca de esos pinares que me dan sombra y alimento,un trago de Schweppes de limón consumido como caldo mientras contemplo la resina que se vierte sobre los cubos, el olor de un reseco pinar al trasluz del sol castellano.

Y de camino paro a comprar chocolates Trapa, enormes onzas para alimentar a un regimiento de golosos,galletas Fontaneda para hacer una guerra de barcos sobre el oceano Cola Cao.Todavía queda mucho por llegar a Segovia, el lento vaivén de coches y camiones mientras cuento las matriculas capicuas y escucho no se cuantos elefantes se balancean.Dudo de la existencia de otros caminos si bien el mundo es grande y el universo infinito dentro de una caja oscura llena de motas de polvo...

No se puede adelantar porque nunca es tarde,me siento seguro a pesar de que no llevemos los cinturones abrochados, siempre queda santiguarse al principio y al final del viaje para que los Dioses te acompañen al volante de Jasón en esta odisea castellana .

No hay más viento que el que susurran las palabras "cuánto queda por llegar", mi coleccion de chapas que tanto trazos de tiza han recorrido juegan en mi mano y ya pueden perfilar una nueva etapa.Con viento a favor
en un pasillo de pinares se abre los primeros vestigios del campo quemado,el fulgor del crepusculo se divisa tras la Catedral y empiezan a escucharse los graznidos del grajo,huelo  a barro cocido.

Existe el mar y la tierra de Castilla , entre idas y retornos, todo va despacio y el recuerdo aún más,
las dos caras de la felicidad, la de la melancolia y la eternidad.


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